mujer-hombreHace dos semanas nuestro bloguero enfocaba la igualdad desde un punto de vista de político. En esta ocasión el enfoque de Ferriz sobre la “guerra de géneros” es más científico y artístico. ¿Hay habilidades propias por sexo? La historia nos dice lo que ha sucedido en el pasado pero…¿y en el futuro?.

Esta semana un amigo me ha planteado como tema a analizar la capacidad creativa del hombre y la mujer. ¿Somos diferentes a la hora de crear los hombres y las mujeres? A lo largo de la historia, el hombre ha predominado en los campos del arte o la ciencia, pero el quid de la cuestión es saber si esta realidad incuestionable se debe a factores de dominación masculina o de genialidad intrínseca. ¿Cuál es la relación entre creatividad e inteligencia?

Según publicaron Robert Sternberg y Linda O´Hara en 2005, ambos conceptos pueden explicarse como conjuntos que se solapan, pues no es lo mismo pintar un cuadro que hallar la ecuación E=mc2. Para Guilford y su estructura del intelecto de 1967, la inteligencia converge hacia la respuesta correcta mientras que la creatividad diverge hacia la solución original.

Lo cierto es que no hay unanimidad de criterios; los estudios han evolucionado y, hoy en día, se tiende a pensar que el impulso creativo -ese instante de lucidez imaginativa que origina una idea- puede desarrollarse con el ejercicio constante y depender de factores como el nivel de estudios o la ausencia de estrés emocional-profesional. Hubo incluso un estudio reciente que demostró que, en determinadas pruebas de habilidad creativa, los sujetos que habían ingerido alcohol resultaban más resolutivos. Se dice, por otra parte, que los grandes creadores son también grandes trabajadores, implicando la voluntad y la capacidad de concentración, opuestas al deseo perturbador de éxito social y económico, en la raíz de los grandes logros científicos y artísticos.

Según expone en uno de sus libros el profesor y doctor en Biología Molecular Estanislao Bachrach, hay aproximadamente un 98% de seres humanos de inteligencia normal y un 2% de inteligencia superior y mayor capacidad creativa. Pero la creatividad, sostiene, se puede alcanzar a cualquier edad, siempre que se ejercite la mente y se den las condiciones que la propician. En este libro, Bachrach afirma que no hay estudios concluyentes sobre las diferencias creativas entre el hombre y la mujer, cuyas capacidades artístico-científicas serían similares en general.

Hay, no obstante, otros estudios modernos que aportan datos interesantes: el llamado “efecto Flynn” se define como un constante aumento en las puntuaciones de inteligencia con el paso de las generaciones. El profesor de Psicología Ian Deary llevó a cabo un estudio en 2007 que concluía que las mujeres destacan en pruebas de aptitud verbal, comprensión del lenguaje y velocidad de codificación, mientras que los hombres obtienen puntuaciones superiores en ciencia, aritmética, compresión mecánica e información electrónica. El estudio Feingold de 1988 mostró como resultado que el desequilibrio entre hombres y mujeres tiende a descender con el paso del tiempo y, se puede inferir, con el logro progresivo de la igualdad educativa.

Por otra parte, según la hipótesis de la variabilidad contemplada hoy en día, no se puede afirmar que la pertenencia a uno u otro género nos haga más aptos en unas tareas u otras, sino que la variabilidad es la norma. La mayor parte de los individuos se encuentra en la media, que es la misma para hombres y mujeres; las diferencias estriban en la dispersión: los datos actuales muestran que existe un porcentaje mayor de hombres situados en el extremo superior de la distribución de inteligencia, pero también existe un mayor porcentaje en el extremo inferior. Sin embargo, en el sexo femenino hay una mayor homogeneidad. Habría por tanto más varones geniales y susceptibles de ser creativos que mujeres, como también habría más hombres de bajo cociente intelectual.

Como estamos viendo, las opiniones y pruebas son controvertidas: se tiende a aceptar la igualdad intelectual y creativa entre hombres y mujeres, matizando no obstante diferencias significativas en las habilidades mentales y admitiendo estadísticamente una mayor presencia del hombre entre el 2% de superdotados. He encontrado en estudios que reivindican a las mujeres opiniones y razones diversas, como que históricamente los hombres han ejercido el control sobre los medios de producción y difusión artística; los mecenas, los editores y los gobernantes que estaban en posición de valorar la calidad de una obra de arte y financiarla eran hombres, de modo que se ejercía una discriminación favorable al varón, cuyos mosaicos, cuadros, canciones, poesías o novelas se consideraban a priori mejores.

En el campo de la psicología freudiana, se observa la capacidad femenina de dar a luz y amamantar como una suerte de creatividad de la que carece el ser masculino, impelido a buscar reconocimiento de otra manera. Y se discute, desde corrientes y escuelas distintas, si la mujer padecería un complejo fálico o simplemente se puede sustituir el término “pene” por el término “poder” como concepto diferenciador de ambos sexos y conductor, desde el subconsciente, de nuestros actos.

Hay una rica diversidad de puntos de vista y teorías con distinto grado de objetividad. Yo, en vista de todo lo expuesto, no argumentaría que el hombre sea más creativo que la mujer, pese a su abrumadora superioridad histórica; diría en virtud de las investigaciones que, aun distinguiéndonos intelectual y emocionalmente, poseemos la misma imaginación potencial. Tal vez la mujer contrarreste en los próximos tres mil años su desventaja en la creación artística y la invención científica, ¿quién sabe?

Foto: Luisamor.com