Nuestra mediadora, Silvia San Juan, nos trae otra entrada de su blog “Lo hablamos mejor“. En su último post ya conocimos a Lucía, y los problemas que tenía con su ex pareja, Juan. Hoy traemos otro capítulo más de esta historia donde la psicología se hace literatura.
Tenía que ser un jueves, el día de la semana que marcó tantas cosas en su relación. La primera cita, la primera vez. El inicio anticipado para ellos del fin de semana. Los jueves luego, donde él no perdonaba la reunión con los colegas y donde ella también, al principio, tenía cena de chicas y poco a poco dejó de ir. Y los últimos jueves en los que, poco a poco, Juan se le escurría de las manos como si fuera arena, como el agua del río de un verano que no quieres que acabe nunca.
Y ahora estaban, sentaditos los dos, tan cerca y tan lejos, en la sala de espera de un gabinete de mediación. Juan le ofreció, para que ella no desconfiara, ya que fue él quien propuso ir a mediación, la posibilidad de elegir dónde. Le contó que podía elegir un mediador de diversas asociaciones, la madrileña o la española, elegir un gabinete privado o acudir a un CAF. ¿Un CAF? Siglas que hace apenas un par de meses no tenía ni idea de su significado.
Pensó que acudir a un Centro de Apoyo a las Familias, donde la mediación era gratuita, sería engrosar la lista de espera u ocupar el sitio de una pareja que lo necesitara más que ellos. Y, por ahora, no había problemas en asumir el pequeño gasto que supondrían las sesiones de una mediación privada. Días antes de tomar una decisión llamó a Marcia, su ex cuñada, y, tras hablar con ella, no dudó en pedir cita en el gabinete donde acudieron, sus hasta entonces cuñados, cuando decidieron separarse.
Sintió curiosidad de cómo lo habían hecho. Cómo habían logrado, por ejemplo, seguir celebrando todos juntos los cumpleaños de los sobrinos de Juan y no hacer dos cumpleaños para cada niño por separado, como hacían otros padres enemigos declarados. “Normalizar porque seguimos siendo una familia, vivimos de una manera diferente, pero somos la misma familia -decía Marcia- por el bien de los niños y de nosotros también por consiguiente”.
Normalizar… qué fácil suena y qué difícil contener el impulso de tocarle, de atusarle el pelo. De preguntarle, “Juan ¿qué mierda estamos nosotros haciendo aquí?” Recordó una canción de Kiko Veneno, ‘La Casa Cuartel’. Y sólo quiere irse muy lejos, cogerle de la mano y salir corriendo. Deseó agitarle la cabeza como una coctelera y que se esfumaran esos planes que tenía sin ella. Resetearle por dentro y volver a colarse ella.
Pronto les recibieron dos mediadores, un chico y una chica, y sintió cierto alivio. Juan podría así no encontrase solo, acorralado y culpable con tres mujeres, habiendo destrozado la vida a una de ellas. Lucía, por su parte, tuvo que reconocer que vio en la mediadora a una posible cómplice, siendo mujer podría hacer a Juan entrar en razón. ¿Quién le iba a querer más que ella? ¿Qué podría esperarle en un futuro incierto que fuera mejor que su calor, que su casa… que ella?
La primera sesión fue un relámpago para Lucia: los primeros minutos mantuvo la mente en su sitio cuando los mediadores por turnos explicaban con claridad dónde estaban y cómo se desarrollarían las sesiones. También entendió que la figura de los abogados era complementaria a la mediación, ya que podían contar con su asesoramiento en todo momento, así como al finalizar para la redacción del acuerdo y su ratificación ante un juez. Pero cuando los mediadores les preguntaron en qué podían ayudarles, qué necesitaban y quién quería empezar a hablar Lucia se rompió y la noción del tiempo desapareció. Juan, sin embargo, mantenía la serenidad de siempre y fue el único de los dos que pudo hablar con tranquilidad de la casa, de la hipoteca y las cuentas que tenían hasta ese momento en común.
“Le ayudaría la frialdad que le da el haber cerrado la puerta conmigo dentro. La casa que fue nuestra ilusión, éramos como dos pajaritos ramita a ramita creando su nido”, pensó Lucia. Entonces vio los juguetes. Pensó que en el fondo tenía suerte, sólo tenían que repartir una casa y no el tiempo que se va a pasar con los niños. Más adelante preguntó por qué en la sala había juguetes y mesitas y sillas de niños. El mediador le contó que a las parejas con niños les invitan a que los traigan a las sesiones, porque no sólo les ayuda a que se centren en que están allí por ellos, si no que en muchos casos son sólo en esos momentos cuando los niños ven a sus padres juntos, hablando en un clima de tranquilidad. Y eso es bueno para todos.
En una de las sesiones los mediadores les proponen un ejercicio, una lluvia de ideas sobre lo que pueden hacer con la casa…. “no os ciñáis a lo normal, a lo que se suele hacer. El ejercicio consiste en decir hasta cosas disparatadas, para que se abran caminos, nuevas posibilidades que aún estando dentro de la legalidad no hayáis sopesado”. Juan no paraba de aportar ideas, pero a ella sólo se le ocurría…. “volver allí los dos, volver allí los dos, cerrar la puerta, tirar la llave y que Juan no pudiera salir”. Pareciera que todo el mundo en esa sala mirara para adelante y ella estaba dada la vuelta, mirando ella sola hacia atrás.
Y, muy al contrario de cómo pensaba antes de ir, no sintió ninguna vergüenza cuando el llanto volvía a aparecer, ni pudor cuando salían intimidades o cosas muy privadas y se ponían encima de la mesa con absoluta naturalidad. No se hubiera aguantado ni una sola de las lágrimas, porque el alivio era inmenso ante estos dos extraños, ni un juicio, ni una opinión, sólo comprensión y ayuda. Ni una frase de lo que debían hacer como todos sus conocidos hacían, ni un “ya te lo dije”, o “lo sabía” o “lo que tenéis que hacer es”. Sintió que les acompañaban en ese momento de su vida, a los dos por igual, como si les cogiesen de la mano a ambos.
Continuará….
Hoy os sugiero
La película de Jim Carrey y Kate Winslet Olvídate de mí, cuyo título original es Eternal sunshine of the spotless mind
Como quisiéramos muchas veces que una organización secreta nos borrara los recuerdos e hiciera ese trabajo por nosotros. No solo es una buena película, si no la oportunidad de ver a Jim Carrey sin el registro de siempre. Y convence.
La buena noticia de la semana
Ahora que estamos todos locos por la cocina está a punto de celebrarse la tercera edición de “Soul Food Nights” el próximo 16 de Marzo en Madrid. Serán cenas simultáneas en diversas tiendas donde participarán reconocidos cocineros. Los fondos recaudados irán para Acción contra el Hambre, destinándolos para las familias refugiadas del Líbano.
http://www.europapress.es/epsocial/rsc/noticia-rsc-reconocidos-chefs-coc…
Foto: hablaconpaula.com